
Después de un partido trabado, duro, brusco, ininteligible, constante, molesto y a momentos sin gusto, Paul, el pulpo, se llevó, el balón de oro.
La furia le hizo honor al fútbol, aunque a momentos la presión de Holanda los ponía nerviosos, España supo resolver una final, para ser justos, no tan atractiva.
Andrés Iniesta, fue sin duda alguna el hombre del partido, porque aunque no lo vieran ahí, ahí estaba. Evitando las trabas, corriendo con los tiempos medidos para complicar a la zaga naranja que al final, sucumbió a su medida.
A imagen y semejanza de las fechas anteriores, inició la roja imponiendo su fútbol, pero Holanda no es fácil, ni débil, supo leer el fútbol, a destiempo pero lo hizo, y con el tiempo (y las faltas al puro estilo de Nigel de Jong), España se empezó a debilitar, y Robben era el temor, aunque de nada sirvió.
Pasaron los minutos, y ya no había ajedrez, era un juego desordenado, el que mejor pelotazo daba, ganaba.
Ni los servicios que prestaba Villa o Jesus Navas servirían y llegaron los alargues, seguramente infinitos para el 11 holandés, Arjen Robben, que a los 90 ya se veía cansado. Y no pasaba nada, nadie hacía daño, el trámite del partido se tornaba lento, todo hasta que llegó Iniesta.
Las tribunas saltaron emocionadas, Del Bosque se exaltaba, hasta una mujer,
seguramente desentendida del deporte rey, en el balcón de los príncipes holandeses, saltó de la alegría simulando a sus más cercanos rivales.
Ya era muy tarde, Holanda se volcó al ataque, pero de nada sirvió, la copa se teñía de rojo al ritmo de las vuvuzelas, que incansables, vitoreaban el himno de victoria a favor de España.
Lástima por Holanda, que sigue sumando números y no copas, quedará para la estadística, Roja fue la Apuesta y no falló.
Felicidades España, le hiciste honor al deporte, al fair play, al orgullo, a la dignidad, a la constancia, a la persistencia, al valor, a la experiencia, al conocimiento... Felicidades España le hiciste honor, AL FÚTBOL.
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