Veredictofutbol

Estamos en reconstrucción, esta presentación es temporal.

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Posted by Luis Fernando Borrero - -

Trataré de hacer de éste, un espacio al menos semanal en donde usted, lector, pueda encontrar historias, anécdotas, cuentos, chistes, recuerdos y ensayos del deporte que nos apasiona tanto, el fútbol. Mi presencia aquí viene no solo del apoyo a la iniciativa de esta gente joven, llena de de ideales y sueños, sino además por el amor que profeso al más humano de los deportes, a ese que crea íconos gloriosos en un momento, que pasan del cielo al infierno en menos de dos segundos para transformarse en repudiados tales por cual, por un gol marrado, por una mala salida, o por un foul innecesario...

Así pues, agradezco esta cordial invitación de Gustavo y allá vamos.

Uno de los elementos quizás más controversiales de esta jungla llamada fútbol, es sin duda la locución radial y televisiva que lleva a destinos recónditos y lejanos las ocurrencias de los partidos; cada país tiene su propia idiosincrasia, su vocabulario, su sabiduría popular, sus dichos; y por tanto en cada lugar los relatores se apoyan en las costumbres al momento de narrar las incidencias de los encuentros o pormenores de los equipos, jugadores o situaciones que afectan al fútbol.

Uno de los comentarios que quedaron grabados en mi mente fue uno realizado por un reconocido comentarista deportivo de Guayaquil hace muchos años, cuando en el programa de televisión en el que participaba, dio lectura a la noticia de que un equipo de la sierra ecuatoriana, de provincia, había empezado la pretemporada enfrentando estoicamente sus limitaciones. Arrancaba citando a los jugadores que pertenecían al plantel a los chequeos médicos, evento al cual habían asistido la totalidad de los jugadores propiedad del club: tres. El comentario en cuestión sobrevino casi instantáneamente: "Tres jugadores... la Cenicienta se quedó al menos en harapos. ¡Estos, se quedaron en pelotas!".

El recordado Petronio Salazar, al narrar un compromiso de Copa Libertadores, tenía que pasar a un comercial de un desodorante, digamos que de marca ABC, que auspiciaba los saques laterales; en lo que creo ha sido una de las improvisaciones más ingeniosas, decía Petronio: "Se acerca el jugador, toma la pelota, alza los brazos y... ¡fuchi! Es que no usa desodorante ABC, y para que usted no huela mal como ese jugador, use ABC."

Mucho depende, claro, de la gracia y originalidad de cada ocurrencia; al que quiera imitar, no le sale, le resulta fingida, y eso se nota; por ahí uno se encuentra algunos narradores que quieren adoptar la marca genuina de alguien más, y no es lo mismo. Pregúntele si no, a quien alguna vez escuchó el gol de Maradona en el Mundial de México 86 a Inglaterra, narrado por ese referente de la narración, el uruguayo Víctor Hugo Morales, que con su marca personal, el ta-ta-ta-ta-ta, aún saca lágrimas de emoción ahora, 24 años después, y confronte ese estilo natural con algunos que quieren remedar, pero son incapaces de imitar.

Así seguirán saliendo nuevos narradores y comentaristas; a los jóvenes que sueñan con sentarse frente a un micrófono a relatar o comentar el fútbol, mi llamado a que sean originales, pero no pesados; ingeniosos y no burdos. Serán recordados por muchos cuando consigan ser naturales y genuinos en su estilo, sin poses absurdas, como aquel aburridísimo narrador colombiano William Vinasco Ch., que le da visos de orgasmo a un simple saque de gol. En fin, cada loco con su tema.