Verdaderamente un clásico. Sin duda, sin temor a errar, sin titubear, puede cualquiera decir que lo de ayer, fue un verdadero clásico: lleno de expectativas, de gritos y de silencios; de alegrías y descontentos; de pasión y sentimientos; a momento rápido y en otros lento.
Si hay que definir un clásico, -pocos se atreven a hacerlo- lo defino así, con el solo ver los acontecimientos de ayer, con ver al árbitro de árbitros, (Alfredo Intriago, presidente de la Asoc. de Árbitros de Ecuador), nervioso, con zozobra bajo cada acción, imponiendo autoridad con amonestaciones ininteligibles, como queriendo decir,"Acá yo mando" y mandó; mandó a 3 jugadores fuera de cancha, mandó 13 tarjetas amarillas, mandó 85 pitasos por faltas, sin insinuar que fue un partido mal llevado por el juez, debo decir, -Qué mal que llevó el partido Intriago-, pero eso es justificable, cualquiera quiere refugiarse en algo ante tal escándalo.
Pero no solo tuvo eso, tuvo un EMELEC 100% dueño de casa, controlador de las líneas, que impulso e impulso, pero tal es la presión de jugar un clásico, desesperó, erró, se desordenó.
He visto varios superclásicos de Argentina, varios de Brasil, Varios de Inglaterra, varios de España y sinceramente debo decir que este clásico, el del astillero, no le pide favor a nadie.






